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  1. Prostitución, la solución

    miércoles, 18 de marzo de 2009

    Hace poco leí que la mayoría de los españoles piensan que existe el trabajo ideal, aunque no sea precisamente el suyo. Para mí, sería perfecto no tener jefe, trabajar donde y cuando quiera, ser dosmileurista y pirarme dos veces al año de vacaciones. Pero está claro que hay que tragar bastante para llegar a esta meta. El problema es que muchos traductores (y me incluyo) somos unos flojos. Vamos por ahí preguntando a los clientes cuánto nos pagan y, luego, llega a nuestra casa el fontanero o electricista de turno y nos cuenta que su tarifa "es la que es". Los precios, por supuesto, no se negocian a menos que seamos amigos. No es normal ir a una peluquería y decir que pasas de pagar 15 euros porque... al ser cliente fijo... mejor le das 12 porque te apetece y hay crisis.

    Me hacen gracia las anécdotas que suelen contarse sobre actores o músicos famosos. Que si el Eastwood fue leñador, que si Brad Pitt empezó a estudiar periodismo... chorradas. Sabían lo que querían pero habría que ocupar el tiempo mientras tanto. En mi caso, he ayudado a aprobar inglés a adolescentes, he enseñado a tocar el cello a varios niños, he envuelto regalos de los Reyes Mágicos y he vendido de todo a guiris perdidos. Además de robar (y ¡estudiar?,) en Inglaterra, trabajé empaquetando herramientas en una fábrica (duré un día). Ahora, puedo decir que hago algo que me gusta de verdad. Lo que ya me hace menos gracia es que me traten de gilipollas, me ofrezcan mierda y, encima, tenga que dar las gracias por ello. Así me siento ante determinados "agentes" (palabra política de moda) del mundo de la traducción. Es lo más parecido a la prostitución y, en este punto, siento cómo se funden las dos profesiones más antiguas del mundo.

    En fin, que va a ser cierto eso que dicen de "No news is good news". Si no actualicé la semana pasada fue porque me han dado una pequeña oportunidad que no esperaba, y en un campo interesante. Además, alguien que me ha tratado bien sin conocerme y que no pone en duda mi profesionalidad. A ver si sigue la racha y me voy despidiendo de mis chulos.

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  2. Perdón imposible

    domingo, 1 de marzo de 2009

    Hace un par de semanas asistí a un curso de corrección ortotipográfica en Madrid. Mereció la pena, aunque las conclusiones a las que llegué fueron contradictorias:

    1- La ortotipografía puede llegar a atraer hasta límites insospechados, con todo el "puntillismo" y "frikismo" a los que se asocia esta materia.

    2- No sé escribir y, por tanto, tampoco traducir. Y lo digo porque descubrí que soy (o era) "mayusculista", "comista" y "tildista". Es decir, escribo "Papa" para hablar de Benedicto, abuso de las comas y acentúo "sólo" y "ésta".

    Xosé Castro, el traductor más mediático de España, impartió la primera sesión. Parecía más un monólogo de "El club de la comedia" que un curso, entre tanta divagación y chiste lingüístico. Xosé es un archivo .ZIP que resultaba imposible descomprimir en solo cuatro horas.

    De la clase del sábado se encargó el bigote más elegante del mundo filológico: A. Gómez Font. A mí me encandiló con su conocimiento de los combinados de Chicote, su admiración por Marisol y las búsquedas que hicimos en el DRAE. Las definiciones de "canario" (tercera entrada) y de razas de perros como el danés, el chino o el pequinés, no tienen desperdicio. Gómez Font nos explicó cómo una palabra inventada (millardo) puede colarse en un diccionario y pasar al vocabulario de todo un país. En cualquier caso, la lengua es lo que hablamos... ya me faltan términos como "friki" o "rúter" en el DRAE. Y vosotros, ¿qué palabra queréis que se cuele en la próxima edición?

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