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  1. SBSR

    jueves, 4 de agosto de 2011

    No sé si fue la ausencia de bigote de las chicas o el color crepuscular del grupo, pero los portugueses supieron enseguida que éramos sus víctimas, sus guiris. Nos alojamos en un hotel en primera línea de playa en Sesimbra y aprendimos que ese aperitivo con queso, paté y pan no debe ni mirarse de reojo si quieres salir del bar con algo de dinero en el bolsillo. Nos gustó tanto la piscina que casi se nos olvida que el viaje tenía otro objetivo: asistir a nuestro primer festival de música internacional, el Super Bock Super Rock.

    Conseguimos que un taxista capaz de conducir, hablar por el móvil y cambiar la radio a la vez nos llevara a 90 km/h por una pista de tierra a un pinar. Y, después de un paseíto de media hora por el campo, llegamos a un arenal lleno de portugueses, ingleses y españoles low cost. Nos acordonaron con la pulsera que abre las puertas del desierto y pillamos sitio estratégico para ver a The Kooks. El recinto se dividía en tres escenarios: el principal para los cabezas de cartel, uno más discreto para segundones (que merecieron bastante más) y uno chunda-chunda porque el concepto cani es, como todos sabemos, internacional.

    Lykke Li

    Muy buen arranque para The Kooks y compás de espera con comida china y sidra Sommersby, la bebida que me permitió sobrevivir en un festival patrocinado por una marca de cerveza. Me encantó la sueca Lykke Li, cuyo nombre no sé escribir nunca si no lo busco antes en Google. La puesta en escena y el directo arrasador contrastaban con el escaso y amuermado público. Sigo sin entender a la gente que paga 80 euros y no finge, al menos, que se lo está pasando bien. El jueves cerraron Arctic Monkeys con sonido espectacular, aunque ya tuvimos que conformarnos con verlos por las pantallas gigantes. El problema de juntar a 50.000 personas en un pueblo perdido es que, en algún momento, querrán volver a sus casas, hoteles o suelos para dormir. Es decir, nos perdimos los finales de todos los cabezas de cartel para llegar a Sesimbra antes de que amaneciera. Mereció la pena.

    Los dos días siguientes fueron algo caóticos. Nos salvamos de una muerte segura por asfixia gracias a unas prácticas mascarillas y soportamos el hambre porque cuando llegábamos al recinto ya íbamos por la tercera cena. El viernes escuchamos un poquito a Portishead y para rematar la noche tocaron, o eso dicen, Arcade Fire. Más de hora y media que el técnico de sonido se pasaría jugando a Angry Birds, pues fue incapaz de conseguir que sonaran más de tres instrumentos a la vez.

    Por último, el sábado pudimos disfrutar de unos prometedores The Vaccines y de The Strokes, con un Julian Casablancas al que le perdonamos lo de las gafas de sol y la chupa de cuero porque es, simplemente, un moderno estiloso. Eso sí, al sustituto del técnico de sonido tampoco le paso los acoples de las guitarras, que parecían de ultratumba, ni el hecho de que se me oyera a mí más que al cantante. Una pena.


    The Vaccines

    Mi balance del SBSR es aceptablemente satisfactorio. El precio parece atractivo (mismo cartel que el FIB por menos de la mitad) pero el transporte y la calidad del sonido son demasiado importantes como para pasárselos por el arco del triunfo con esa ligereza. El año que viene puede que me anime con el FIB. No sé, quizá lo natural sea que me timen en un supermercado de barrio de Benicassim y no en un bar de mala muerte de una aldea portuguesa.

    Besos

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