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  1. Once ideas

    viernes, 31 de diciembre de 2010

    El número 2011 es bastante feo, pero Silvi se empeña en que este va a ser nuestro año, así que le haré caso. Creo que los doce meses que vienen pueden traer grandes descubrimientos gracias a WikiLeaks, como que la cabeza criogenizada de Walt Disney vive pegada a un cuerpo artificial en las Bahamas. O quizá nos enteremos de que los líderes en descargas legales en España son Camela o acabemos en una prisión federal yanqui por ese disco duro que tenemos en casa lleno de películas, series, música y demás contenido ilegal. Yo me conformo con que se vayan cumpliendo mis propósitos y con que la gente que tengo cerca, física o virtualmente, siga bien. Aquí os dejo un plan para el 2011. ¿Vosotros qué queréis hacer?

    1- Viajar a tres provincias y a un país que no conozca.

    2- Si al país anterior no se puede llegar en tren (cosa bastante probable), quitarme antes el miedo a los aviones con un efectivo pero caro curso de Iberia.

    3- Conseguir que me contrate una empresa de esas que miman tanto a sus trabajadores y les dejan jugar a la Wii a la hora del café (Google, Twitter, Facebook o similar).

    4- Terminar el guion de un corto y quizá una novela breve que están a medias con la ayuda de ciertos coautores.

    5- Empezar a aprender japonés.

    6- Diseñar mi web empresarial y ponerla en marcha.

    7- Dormir más y trabajar menos.

    8- Sol, paella, Arctic Monkeys, guiris, playa y una pulsera de tela...

    9- Aprender una canción al mes con la guitarra y grabar una versión con Garage Band.

    10- Perder el respeto a las Manzanas y comprar mi primer ordenador blanquito.

    11- Ayudar a cumplir proyectos, a conseguir trabajos, a crear empresas... a Luis, Silvi, Lorena, Lau, Carina, Sara, Alfred...


    Besos

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  2. Algo personal

    lunes, 13 de diciembre de 2010

    Se acerca la Navidad y, de nuevo, nos plantaremos en enero sin que haya terminado de comprar los regalos. Este año me propuse concluir antes del acueducto de diciembre, pero he vuelto a fracasar. En cualquier caso, regalar es un don que se tiene o no. Es como lanzar lejos huesos de aceituna o mover las orejas. Se nace sabiendo. No existen escuelas para formarse en esa disciplina. En mi caso, yo debería ser una excelente regaladora por motivos genéticos. Pero no así y me toca agasajar a unos padres que tienen una tienda de muebles y regalos, además de una vinoteca.

    Después de repensarlo estos días de gripe y sueños febriles con ballenas domesticadas y safaris en África, he llegado a varias conclusiones, que espero que se traduzcan en regalos acertados este año.

    Con las mujeres es difícil acertar. Sabes que has llegado a donde no quieres estar si pronuncian las palabras "quiero algo personal". Eso significa "quiero un bolso de un color, forma y tamaño tan concretos que ni lo he visto en una tienda ni sé si existirá”. Además, si optas por comprar ropa puedes quedar como una malísima hija/hermana/amiga al no acertar con la talla. Si es pequeña, estás llamando gorda a la destinataria del regalo. Si es grande, la estás llamando exgorda. No sé qué gusta menos.

    Los chicos suelen ser más llevaderos y, ante todo, no les parece feo ni malo encontrar debajo del árbol de Navidad una tarjeta regalo de cualquier tienda para cambiar por lo que les apetezca. Pero es que, aunque resulte increíble, hay hombres a los que es imposible regalar nada. Imaginemos a un tipo que no fuma, ni bebe, ni tiene hijos, no le gustan la música ni los videojuegos ni leer. No, no hablo de un vegetal. Hay gente así. Existen, aunque por suerte estén en peligro de extinción. A Sara y a mí se nos ha ocurrido que a este tipo de persona merece la pena regalarles una vela. Es decorativa, aunque no importa si la persona vive en una chabola o en una mansión. Se adapta a cualquier ambiente y para acabar con ella basta con quemarla.

    En definitiva, si uno no quiere encontrarse en Navidad con una preciosa vela rosa, un jersey para luchador de sumo, un libro de “El gato al agua” u otras lindezas para abultar nuestros artículos en venta en Ebay, recomiendo hacer una lista (por ejemplo, en wishlistr). Es sencillo, se actualiza con el tiempo y, por pedir, se pueden incluir hasta coches o leones. ¡Quién sabe cuántos millonarios rusos habrá por el mundo esperando hacer felices a niñas como yo! Aquí les dejo mi lista por si acaso.

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  3. Hijos secretos

    jueves, 4 de noviembre de 2010

    Nadie es perfecto. Roman Polanski, por ejemplo, tuvo cierta tendencia al abuso de menores y no por eso deja de ser único detrás de una cámara. Hace un par de meses vi su última película ("Ghost writer") en la que Ewan McGregor encarna a un escritor por encargo. Este negro de la vida debe escribir las memorias de un político jubilado. Acepta una pasta gansa por su hijo literario; quizá sea esto lo que necesita para vivir sin agobios y poder escribir las novelas que le interesan de verdad.

    Estos meses el blog ha estado algo abandonado porque, aunque no lo sepáis, los traductores somos muy propensos a gestar hijos secretos. También los vendemos, como McGregor, aunque con cierta reticencia y por una cantidad que no suele ser astronómica. Los que traducen libros compensan su falta de reconocimiento social con la impresión de su nombre en ellos. Por supuesto, siempre en un segundo plano. Son pocas las editoriales que nos presentan su figura en portada. Como suelo oír a veces: "el libro no es malo, es que está muy mal traducido". Dan ganas de sugerir al lector que se anime con la versión en sueco, polaco o ruso (si saben, vaya). Yo aún no he traducido ningún libro, pero lo haré. Será el día en que los editores dejen de hacer aviones con mis currículos o pasarlos por una trituradora de papel y me llamen.

    Mientras tanto, sigo pariendo hijos videojugables. De algunos, me siento especialmente orgullosa, pero no puedo presumir como buena madre de lo listos y guapos que son. No se trata de las famosas cláusulas de confidencialidad. Lo que ocurre es que si le cuento a alguien (por ejemplo, a Alfred), que he revisado "Red Kill Station" o traducido casi íntegramente "From: Sympathy", puede que él se compre uno de ellos en Navidad. Y, sin duda, podría decepcionarse o pensar que soy una mentirosa compulsiva si mira los créditos, donde no encontrará mi nombre por más que lo busque. Estoy segura de que esta sección solo la consultan los implicados en el proyecto o gente cercana a ellos. ¿Tanto cuesta añadir un par de líneas más por cada idioma al que se localiza el juego? Parece que sí. Si al menos cobráramos la millonada que le pagaban al escritor fantasma o nos regalaran una copia... Y es que "es triste de pedir", pero peor es tener que pagar para disfrutar de tus hijos secretos.



  4. Nivel de inglés medio-alto

    martes, 7 de septiembre de 2010

    La semana pasada recibí un correo tempranero de una amiga. Como trabajadora con más nivel de inglés de una empresa cuyo nombre no viene al caso, su superior le pedía traducir varias secciones de su web. Me mandó un documento con el texto de la página pegado a pelo y su traducción inversa al inglés que, todo sea dicho, se dejaba entender bien. Corregí lo que pude y avisé de los peligros que supone para la imagen de una empresa publicar un texto, que es su carta de presentación ante posibles clientes extranjeros, sin la ayuda de un profesional. El jefe de mi amiga ya había tomado medidas. Le había pedido a otro chico español (con conocimientos de inglés, sí, que creo que había estado en Malta) que lo tradujese también; así, serían dos puntos de vista (bueno, cuatro, si contamos el de Google Translate y el mío a través de mi revisión fantasma de la que solo supo mi amiga).

    Con mi archivo de respuesta le escribí un párrafo "brasa" que ella trasladó sutilmente a su jefe. Si consigo convencer a una sola persona de que existe una profesión que se dedica precisamente a eso me daré por satisfecha. Una buena traducción puede mejorar la imagen de un proyecto, empresa, alto directivo, candidatura olímpica o producto. Si no, que se lo digan a estos, que no se lo pensaron dos veces a la hora de hablar. Algunos están subtitulados para mayor comodidad.


    Retro



    Botín o la ausencia de necesidad



    Raúl. A ver qué tal se le da el alemán


    Camacho de mi vida y su portuñol


    Un clásico tejano



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  5. CONTEM-POP-RÁNEA

    miércoles, 28 de julio de 2010

    La semana pasada tenía en una balanza tres opciones para ir de festival: uno era en Benidorm, con playa, un cartel prometedor y pases de prensa; otro tenía también la costa santanderina y a Belle and Sebastian; el último me ofrecía piscina para no morir con 40 grados a la sombra y lo mejorcito del indie nacional. No sé si fue porque es un mi tierra, porque no había ido nunca, por los bocatas de jamón ibérico o por la buena compañía... el caso es que cogimos un coche sucio y prestado (para variar) y nos fuimos el viernes rumbo al Contempopránea. Después de un par de pérdidas en rotondas en obras de Cáceres, una ruta por carreteras comarcales poco señalizadas y la promesa de pedir un GPS en las próximas Navidades, llegamos a nuestro destino: Alburquerque. Unas cuantas llamadas consiguieron que contactáramos con una amable señora que pensábamos que se llamaba Lorenza y resultó ser Loli. Con el correspondiente regateo, nos alquiló el bajo de su casa a un precio por el que no nos sentimos del todo estafadas, a pesar de contarnos para ver si no éramos más de las que decíamos ser. El año que viene me quedo en el Hotel Machaco, a ver si me cruzo con los enchufados del festival. Por la tarde se completó el grupo. En total cinco (con rima y todo): Trilce, Bea GPS, Carmen la pintora, Palíndroma y yo.

    El jueves ya habían actuado Klaus and Kinski y Maga. Los sevillanos me llevan esquivando un tiempo; volví a quedarme con las ganas de verlos en directo. El viernes me sorprendió la mejoría de Anni B a quien ya había visto con banda. Ha ganado puntos poniéndole bolitas a las baquetas y con un bajo con pica. Ritmos ligeros y menos pose. Creo que convenció a los que no la conocían ya. Luego fue el turno de Second, que derrocharon energía con un cantante que lucía imposibles pantalones morados. Después de una cena muy ibérica, tocaron los neuyorquinos The pains of being pure at heart. Todas flipamos con la emoción de la pianista y su melena. Además, sus intentos por chapurrear español fueron de lo más divertido. Nos despedimos temprano con La habitación roja, que cumplen 15 años igual que el festival. También me quedé con ganas de bailar un rato con Dorian.

    El sábado pasamos la mañana en unas piscinas naturales de La Codosera. Nos alimentamos con pluma ibérica, ensaladas y un exquisito bacalao dorao y disfrutamos del picnic evangélico que se instaló a nuestro lado. Puro personajismo. Por la noche, mi sorpresa positiva fueron Tachenko, a los que escuchaba por primera vez y que conquistaron al público por su simpatía. Los Planetas tocaron lo que les apeteció y no convencieron hasta la segunda parte. Fueron seis o siete temas de quejíos y canción popular de los dos últimos discos hasta que se arrancaron con algo más cantable. Tocaron casi todas las que me gustan, pero no gané mi apuesta sobre con cuál empezarían. Perdimos a dos groupies por el camino. Y volvimos a cerrar pronto con Love of lesbian. No voy a negar que tienen un buen directo pero sería más feliz si no los hubiera visto nunca. Con el disco me bastaba. La camiseta de John Boy, el baile y el champán, la imitación de Liam Gallagher. Me sobró todo. Y más a los que ya los conocían de antes, que eran casi todos. Me han quitado las ganas de ir al Ecopop. Creo que voy a esperar al año que viene para volver al Contempopránea... o quizá vaya al Lemon Pop o al Disparate Pop. ¿Cuál me recomendáis?

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  6. El año que viene...

    martes, 1 de junio de 2010

    La vida sería más fácil si se prohibiera la entrada de carritos de niños en Navidad en la calle Preciados y en junio en la feria del libro. Pasear el primer domingo con ruedas golpeándote los tobillos, un calor sofocante y mujeres que te atizan sin querer con separadores de página en forma de abanico merece más que el 10% de descuento que te llevas a cambio. El tema central de este año son los escritores nórdicos y aprovecho para visitar la exposición que les dedican porque el pabellón es el único sitio con aire acondicionado. La gente parece no cansarse de tanta Lisbeth y tanto círculo polar. Eso sí, le doy un minipunto a Lengua de trapo. Es una de las pocas editoriales que deja un hueco debajo del nombre del autor para el del traductor.

    Después, zigzagueo entre gente ansiosa por hablar con sus escritores preferidos. Triunfa Julia Navarro, aunque sus lectores sudan más de lo necesario para sostener semejantes tochos mientras esperan en la cola de firmas. Al lado está la caseta de El Corte Inglés, donde un pseudohistoriador adoctrina a las masas (con segurata y todo por la gran afluencia de jubilados). Y, por supuesto, no faltan los autores de manuales de autoayuda, el señor repeinado que bebe mientras modera tertulias y el otro al que tantos admiran porque sabe cotilleos de Leti y la familia real. Luego, solitos y sin amigos están Kirmen Uribe y García Montero. Este me regala una dedicatoria digna de enmarcar y que supera incluso a la de Javier Marías que, en su cruzada tabaquista, es capaz de firmar cigarro en mano. Me cae bien, aunque sea del Madrid. Al final del paseo me encuentro con el Tortuga Ninga (aka Pablo Motos) que no para de hacerse fotos mientras presume de pulserita Power Balance. En realidad él no firma. Lo hace su colaboradora Raquel Martos que ha "escrito" un "libro". Lo tengo claro. Voy a escribir mi propia novela. Va sobre un niño mago sueco que resuelve asesinatos de chicas en Carabanchel Alto. El año que viene seré yo quien firme en la feria. Sólo espero que no me coloquen entre la que copietea y viuda del que copieteó y ganó un Nobel. Lo mismo mi idea les parece tan original que se la apropian.

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  7. Perrito librepensador

    martes, 27 de abril de 2010

    Ahora que tengo perro y no puedo salir si ladra y molesta a los vecinos, ahora que lo que más me preocupa es perder todas mis zapatillas y que la gente piense que quiero suicidarme porque llevo las muñecas llenas de cortes y arañazos, ahora que sé lo que es quitar una garrapata... recuerdo con tristeza el que será el último concierto al que vaya esta primavera. He redactado una crónica para los amigos de Territorio Macondo y, de aquí a nada, puede que encuentre guardería para dejar al cachorro Moses este verano, porque creo que en los festivales no aceptan mascotas.

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  8. Confesiones a media tarde

    viernes, 16 de abril de 2010

    Confieso que no me gusta el chocolate Lindt.

    Reconozco que Joe Crepúsculo me parece un timo.

    Declaro que si alguien (excepto Lau y Sonia) me cuenta que le gustan más los gatos que los perros empiezo a mirarle de forma distinta.

    Afirmo que los dibujos y la futura cabecera del blog no son míos.

    Cuento con tristeza que no he asistido nunca el mejor festival de música indie de mi tierra. Y que el motivo de la última declaración de este post es intentar ir de gorra este verano.

    Anticipo que un día voy a crear un grupo de Facebook para admiradoras de mi amigo Alfred.

    Confieso que no he leído Rayuela, aunque me encante un grupo que se llama como uno de sus personajes. Y como tampoco he leído Cien años de soledad, para resarcirme virtualmente, las crónicas musicales las podréis leer ahora en el espacio Des-concierto, de Territorio Macondo o pinchando AQUÍ.

    Venga, todos a confesarse.

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  9. Leyes universales para padres

    jueves, 8 de abril de 2010

    Mientras limpio las telarañas del blog, me peleo con el html y busco trabajo y clientes, se me ha ocurrido estudiar algo de ciencias. He llegado a la conclusión de que uno, por muchos vástagos que tenga, se da cuenta de que es padre cuando cumple estos cinco mandamientos:

    - Ley de la similitud inexistente: consiste en comparar constantemente con hijos de vecinos, jóvenes músicos violentos, artistas circenses y conocidos de amigas. "Seguro que Y hace la cama todos los días". La ley pierde su efecto si los hijos la aprenden. Esto sucede, según si el adolescente es normal o Ni-ni, entre los 12 y los 17. Entonces, descubren la trampa y responden así: "Y ha repetido dos veces curso y va por el tercer coma etílico este año". A lo que las progenitoras avispadas contestan: "Será drogadicto o lo que quieras, pero el cuarto me ha dicho su madre que lo tiene muy ordenado".

    - Principio de la reducción: una fuerza sobrenatural que hace que los padres desarrollen un enfoque de la vida que simplifica la existencia en una única opción válida y omnipotente: las oposiciones. Pobres adolescentes que se frustran imaginando a la madre de Madonna cuando ésta llegaba a casa a mediodía, con el pelo teñido de rosa y un sujetador en forma de embudo": "Hija mía, deja de cantar playbacks por los pueblos y hacerte fotos medio desnuda y prepárate la oposición de auxiliar administrativo". Me encargaré de preguntarle por su madre a Madonna si me la encuentro algún día por la calle.

    - Teoría de la búsqueda fructuosa: aplicable en su mayoría a mujeres, se resume en la reveladora frase: "a que voy yo y lo encuentro". Algunos matemáticos creen que es una habilidad sencilla basada en una buena memoria combinada a corto y largo plazo. En cambio, numerosos teóricos seguidores de Iker Jiménez afirman que son los propios objetos buscados los que se desplazan en las habitaciones para facilitar la labor de las madres. No lo descarto.

    - Teorema de la semejanza: los padres se reconocen como iguales a partir de creencias comunes, de dudosa certeza en algunos casos. Son dichos antiguos, de origen incierto pero con rápida aceptación y difusión. Incluyen conocimientos profundos de medicina, farmacología y psicología inversa. Son ejemplos recurrentes el proceso de digestión en la piscina, las vitaminas del zumo que se evaporan y la necesidad de llevar ropa interior decente "por si pasa algo". Se han dado numerosos casos de madres que sufrieron ataques al corazón en hospitales al ver los tomates de los calcetines de sus hijos o las bragas de mercadillo raídas de las niñas.

    - Principio del desvío de responsabilidad: estudios de la NASA demuestran que lo emplean los padres en un 92% de los casos, abuelos en un 5% de las ocasiones y madres un 3% de las veces. Su teoría es la sencilla máxima: "Lo que diga tu madre". Se aplica principalmente en concesiones de permisos de asistencia a actos sociales: fiestas, viajes de fin de semana o celebraciones varias.

    Ahora que lo pienso detenidamente, yo prefiero que mi hijo sea un chico desordenado (pero sobrio), director de cine o escritor y que gaste unos bonitos calzoncillos de marca a un pulcro funcionario rehabilitado de sus vicios que espera cuatro horas después de comer para bañarse en la playa.

  10. Éramos pocos...

    miércoles, 17 de marzo de 2010

    Dicen que las crisis son momentos de gran creatividad para los artistas. Seguramente también sirvan para que los espabilados salgan de caza. En mi caso, sufro (ya no en silencio) la crisis en el ámbito de las traducciones juradas. En mis dos primeros años como traductora llegaron a suponer casi un 15% de mi facturación. También es cierto que trabajaba demasiadas horas para conseguir un sueldo inferior al de todas las cajeras de España, ya sean de Eroski, Mercadona o el Corte Inglés. Desde finales de otoño de 2009 he recibido una docena peticiones para realizar presupuestos. Sólo uno de los clientes me ha encargado a mí finalmente el trabajo en unas condiciones de tarifa a mitad de precio por motivos que no vienen al caso (lo que se hace a veces con amigos o gente que no puede pagarte). Si consideramos que antes de esa fecha, es decir, desde 2006, sólo habían rechazado dos veces mis presupuestos, empiezo a plantearme que algo pasa.

    ¿Qué hago ahora que no hiciera antes o viceversa? Pues sigo ofreciendo precios competitivos (sin pisar la dignidad profesional), presento un presupuesto con rapidez, entrego en plazos lógicos con puntualidad e imprimo mis trabajos en un bonito papel verjurado de Galgo con marca de agua perruna.


    El caso es que el número de intérpretes jurados en la provincia donde estoy registrada se ha duplicado últimamente. Pero eso no es excusa porque si los precios son los mismos, habrá otro aspecto que haga que pasen de mi culo. Al tercer rechazo me cuenta un posible cliente que hay paisanos que fijan precios bastante más asequibles. Y ahí sí que me enfado. Porque si alguien ofrece un servicio mejor al mismo precio que yo, aceptaría sin pensar. Pero si pierdo mis vacaciones porque hay dos listos reventando el mercado perdemos todos. Yo, porque en vez de irme fuera tendré que optar por un hostal cutre en la playa donde sólo me sentiré en el extranjero por los guiris borrachos que me rodeen. Mi competencia, porque el día que intenten subir sus tarifas, los clientes volverán a mí pidiendo pan duro... De momento, no sé qué hacer. Dudo entre empezar a envíar cabezas de caballo, echar currículum en algún ayuntamiento costero donde poder especular o cambiar de profesión. Como siempre, se aceptan ideas.

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  11. Los arándanos

    jueves, 11 de marzo de 2010

    Hace 11 años pasé por primera vez un mes de verano en el extranjero. Era una de esas becas que concedía el Ministerio de Educación para que los de mi generación supiéramos algo de inglés al llegar a mi edad. Seguro que alguien previsor ya se imaginaba que los Ni-Ni estaban a la vuelta de la esquina. No sé si su esfuerzo sirvió para algo. Ese año me tocó en suerte un pequeño y anodino pueblo inglés (Kettering), donde no había casi nada que hacer por las tardes, aparte de ir a un polideportivo o a una asquerosa piscina climatizada. En verano, sí. El clima no daba para mucho más.

    Aprendí de todo ese agosto. Nos divertíamos engañando a nuestras hermanas adoptivas japonesas, que nos ganaban en edad pero no en espabile. Se fueron todas de Inglaterra con monedas de 5 duros, de esas que tenían agujero, colgadas de una cinta al cuello porque les dijimos que eso era lo más "typical Spanish". Además, ampliaron su vocabulario de español con expresiones útiles como "me gusta tu culito". Por mi parte, desarrollé una técnica para esconder el kidney pie (pastel de hígado) que me daba mi madre adoptiva y después alimentar a sus perros. Ella era una enfermera prejubilada con tintes nazis cuyo marido parecía (y seguramente era) un albañil gitano. Una pareja peculiar. También hice algunos buenos amigos, aunque no los localizo en Facebook. Lloramos todos al despedirnos. Se ve que nos anticipábamos a Gran Hermano, porque en ese mes todo se "magnificaba".

    Recuerdo muy bien que me compré unas Doc Martens rojas y me calé bajo la lluvia veraniega en un picnic en Hyde Park. Entonces aún rebobinábamos casettes. A mí me acompañaron, entre otros, los que grabé de Cardigans, Beatles y The Cranberries. Mañana voy a disfrutar de esa cinta en directo. Supongo que Dolores O'Riordan no será la de los 90 pero al menos me traerá buenos recuerdos de un verano en el que hubo hasta un eclipse de sol.

    1999 - Play


  12. Lunes en Relatores

    domingo, 28 de febrero de 2010

    Desde el mes pasado me reúno los lunes con dos guionistas, una doctora uruguaya, una redactora que ha entrevistado a Justin Bieber y una flor sin espinas en una librería cerca de Tirso. Aprendemos el arte de hacer diálogos, inventar ficciones que parezcan reales, inspirarnos y ser críticos. A veces incluso nos visita un escritor famoso y, a pesar de las pintas de intelectual, pensamos durante casi una hora que es el nuevo alumno y que por eso viene a clase enchaquetado y escucha con atención.



    Hoy tocaba una especie de actividad extraescolar. Era en la casa-estudio de una artista de verdad, de esas que venden cuadros a medio kilo la pieza. Al principio me he sentido algo fuera de lugar. Era la tercera persona más joven de las presentes y aún no me había tomado un vino como casi todos los demás. Luego, Ada Salas ha dado una clase magistral de cómo se recitan verdades. Y solo quedaba el silencio, la perfección de la poesía corta y sin artificios. Hemos hablado brevemente y me he ido de puntillas. Aún flotaba algún verso en la sala y era mejor no estropearlo. Ahora pienso en qué haré los lunes por la tarde a partir del próximo mes, cuando ya no tenga cita literaria. Se aceptan sugerencias.

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  13. Japón, ¿mon amour?

    sábado, 30 de enero de 2010

    Sin ánimo de generalizar, yo diría que revisar juegos de rol japoneses es una mierda. Creo que a ese país ya le estoy dando demasiadas oportunidades. He ido a comer a varios japoneses (una vez vi a Sara Montiel engullir su menú degustación y el de su acompañante). He probado fideos, arroz y tallarines, pero sus juegos son otra historia.

    Todo empieza cuando un cliente envía material de referencia con imágenes, descripciones y rayitas-palitos (texto original). Después te encargas de un archivo apodado "surtido Cuétara" porque trae un poquito de todo: personajes, diálogos, armas, instrucciones... en un formato tan agradable para la vista como un archivo en Excel con 20 pestañas y otros tantos colores. En esta fase solo existe una condición. No toques donde no debes (y sobrevivirás). Parece sencillo pero si te prohíben acentuar las MAYÚSCULAS o cambiar nombres, empiezas a cabrearte porque resulta que hay personajes masculinos que se llaman Harina o Diana o pseudochicas que se llaman Balleno o Turrón. Cuando entregas el resultado de este despropósito pasa una semana hasta que los nipones contraatacan. Cada día te despiertas pensando que no van a seguir con el proyecto, que han perdido el dinero en la ruleta o que un amigo más sincero que House les ha confesado que el juego apesta y que todo se parece demasiado a un Goku animalizado.

    Te equivocas. Tú siempre te equivocas. Ahora toca actualizar archivos siete veces al día, a medida que llegan las respuestas a las absurdas dudas existenciales de los traductores de otros países. Cada vez que modificas algo, tienes que marcarlo con un color distinto. Tus correos ya son así: "Marco en Anaranjado 4 énfasis 60 %. Pd. Me quedo sin colores." La única ventaja es que aprendes a distinguir el rojo puta del rojo sangre y del rojo mancha de vino. Después, se suceden semanas en las que trabajas sin la ayuda de los programas de traducción asistida porque los japos son tradicionales hasta para eso. Prefieren que la gente desarrolle la inútil capacidad de distinguir a ojo cuánto son 34 caracteres (lo que cabe en una línea de texto de Nintendo DS). A veces, los límites son más ajustados y salen traducciones así de bonitas: "Arma p. ver." (donde p = perro o, pez o pieza y ver. = verde, vértical o vértigo).

    ¿Y todo este esfuerzo, esta espalda destrozada y estos ojos necesitados de Visprin para qué? ¿Dinero, soborno, vacaciones en la playa, mansiones? Ni hablar. No voy a comprarme el juego porque ya lo odio, si los japos me lo regalan lo interceptará antes algún intermediario y si me preguntan negaré por vergüenza cualquier relación con ese proyecto. Supongo que el doble de lo que gano por hacerlo no es ni la mitad de lo que compensaría tanto mal rato. Lo malo es que trabajar por amor al arte no tiene precio.

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