No todo el valle/monte es orégano |
Como en todos los ámbitos polémicos, abundan los mitos y las falacias: no todos los autónomos son emprendedores (ni mi fontanero ni mi peluquero lo son, aunque podrían), ni triunfan en Silicon Valley o, aún peor, montan un Villarriba Valley y pretenden recrear un entorno de éxito empresarial colectivo, con la frustración posterior al no conseguirlo. Lo cierto es que tampoco compro la filosofía del "si no hay trabajo, emprende y créalo tú". El mundo no funciona así y los jóvenes y no tan jóvenes suelen carecer del dinero, el apoyo, las ideas o, simplemente, las ganas necesarias. Después de esta reflexión personal, os cuento la historia de dos emprendedores de verdad.
Nacho nos contó cómo creó su primer negocio con una máquina para imprimir tarjetas de visita cuando era niño, cómo consiguió trabajo hace años para su hermana con uno de esos CV creativos que ahora encontramos a patadas y nos habló de las dificultades de montar una empresa y vivir de ello y de su interés en que su hija siga estudiando piano.
Así es una maquinita de Futboling |
Al segundo emprendedor lo conozco bastante más porque era el padre que se empeñaba en que su hija estudiara violoncello. Es de otra generación, de los que montaban un negocio con 22 años donde tenían que vender cuadros de amigos artistas o pulseritas hippies (no había subvenciones, ni ayudas y nadie hablaba de emprendedores) y, a mi edad, ya tenían dos hijos, un coche rojo y un par de tiendas. Luis Rubio (alias el regalitos, el de Puzzle) ha emprendido con tiendas de regalos, juguetes, discos, libros y vino.
Día a día de cajeras de El Corte Inglés, Zara, Pull&Bear... |
Ninguno de sus negocios se ha convertido en Toys'r'us ni en El Corte Inglés pero ha sobrevivido a varias crisis, a estos mastodónticos centros comerciales, a la muerte del vinilo y el CD y a varias semanas en coma después de una operación cardiaca. Luis es capaz de venderle una botella de vino a un abstemio sin hablar su idioma, sabe de ROI y de SEO sin haber estudiado marketing en su vida y aplica políticas empresariales propias (nunca hace descuentos, prefiere tener un detalle contigo u ofrecer, también sin saberlo, valor añadido: entregas a domicilio, atención personalizada...). Si tengo que elegir, me quedo con estos emprendedores extremeños antes que con Mark Zuckerberg o Amancio Ortega. Son auténticos y nuestro futuro económico sí que depende de ellos.
Besos
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