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  1. ¿Por qué no voy al FIB?

    miércoles, 29 de junio de 2011

    Confesar así, sin miramientos, que no voy a cumplir uno de mis propósitos para 2011 va a ser más fácil de lo que pensaba. Ir al Festival Internacional de Benicassim es un sueño para cualquier indie que se precie. Para quien no lo sepa, el FIB es un festival de música alternativa (esto es cada vez más discutible pues este año se ha colado hasta Julieta Venegas) que se celebra en julio en la costa de Castellón. La gente acude en masa para escuchar lo mejor del panorama musical internacional, emborracharse al sol o conseguir una pulserita de tela que no se quitarán de la muñeca, como mínimo, en los doce meses posteriores.

    [Las zapatillas son otra prenda que da fe de una experiencia festivalera. Vía la genial modernadepueblo.com]

    Al ser chica previsora, compré mi abono para el FIB allá por enero, cuando los precios eran asumibles con ayuda de los restos de los Reyes Mágicos y ni se conocían los artistas confirmados. Un mes después empecé a buscar alojamiento y me topé de bruces con la realidad. Quizá sois de los que piensan que la esencia de un festival se encuentra, precisamente, en el perroflautismo. Dormir en una cálida tienda de campaña, compartir alcohol y penas o hacer cola para mear en un baño de plástico portátil. Como a mí lo que me interesa es escuchar buena música, prefiero descansar en un colchón de verdad y no en una esterilla blandita del Decathlon.

    Enseguida me di cuenta de que la picaresca española, por no llamarlo morro, timo o estafa, se multiplica en estos casos por mil, pues las víctimas son guiris que van ya algo perjudicados en el avión que les lleva desde Manchester hasta el inexistente aeropuerto de Castellón. En Benicassim encontré dos tipos de alojamientos: por un lado, varios hoteles (todo reservado y poca oferta); por otro, los hostales y pensiones disfrazados de hoteles. En estos cuchitriles remodelados me pedían reservar una semana entera, es decir, pagar cuatro noches de más y no quejarme si una cucaracha gigante me atacaba en la ducha o incluir una pensión completa que, sin duda, no aprovecharía por estar dormida a la hora del desayuno y de concierto durante la cena.

    Cuando empezaba a plantearme la posibilidad de dormir bajo un puente, llegó el milagro en forma de festival portugués. El Super Bock Super Rock (SBSR) es la marca blanca del FIB; justo lo que yo necesitaba. FIB equivale, entonces, a supermercados de Opencor. Los precios estás inflados, es una apuesta segura pero pagas el nombre y eso no te garantiza que no puedas encontrar lo mismo en otro sitio sin tener que hipotecarte de por vida. Los cabezas de cartel del SBSR son los mismos, el abono vale la mitad y encontré fácilmente habitaciones en un hotel de cuatro **** a precio de hostal de Benicassim, con desayuno y en primera línea de playa. Y lo mejor es que en Sesimbra, donde se celebra el festival, solo hay dos hoteles "grandes", así que espero cruzarme por los pasillos con Alex Turner y pedirle que me firme un brazo.

    Por si aún os quedan horas de Spotify este mes, os dejo una lista con lo que sonará en el SBSR 2011 (+ Arcade Fire) y, si ya os habéis pasado a Musicuo, ¡que alguien invente ya una forma de importar listas!

    Besos

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