NY es como el helado de té verde. Al probarlo, esperas que sea dulce pero, cuando lo saboreas, te deja un gusto amargo en el paladar. Sientes nostalgia por algo que no es tuyo y que se aleja bastante de lo que ya conoces. No te has ido y ya planeas qué vas a hacer cuando vuelvas. Al patear Bleecker Street, te das cuenta de que tu sueño no era tener una casita en la playa. Sin duda, prefieres un ático en el SoHo. Ya tienes claro que cualquier parque, hamburguesa o ciudad van a ser pequeños o insípidas, aunque intuyes que no podrías vivir aquí demasiado tiempo.
La última tarde gris que me regaló NY paseaba por el puente de Brooklyn con la silueta de Manhattan al fondo. Y pensaba que tengo que regresar cuando me dé menos miedo volar tan alto o cuando peguen una tirita gigante en forma de rascacielos en la zona cero. Porque todo pasa, pero NY es una ciudad para huérfanos.
aaaaaaayyyy!!! que recuerdos de aquella ciudad tan... pequeñita!!!
me ha gustado esta entrada!! y la foto!!! :D
Huérfana soy.
NY es una ciudad donde podría vivir pero nunca sería mi casa. Creo que volveremos en cuanto construyan un canal como el de la mancha o cuando mejoren los efectos de los tetrazepan ;)
Almen:
Superfán de tu trilogía de Nueva York. Yo también empecé un relato de nuestras aventuras por allá, pero lo tengo inacabado y olvidado.
Saludos.
JD
Salmo: eres lo peor. No hemos quedado, no hemos chuleado mutuamente con nuestras fotos de la city (tengo un libro que te va a encantar), no hemos cafeteado. La semana que viene, martes o miércoles. Ahí queda la propuesta.
Bss