La semana pasada tenía en una balanza tres opciones para ir de festival: uno era en Benidorm, con playa, un cartel prometedor y pases de prensa; otro tenía también la costa santanderina y a Belle and Sebastian; el último me ofrecía piscina para no morir con 40 grados a la sombra y lo mejorcito del indie nacional. No sé si fue porque es un mi tierra, porque no había ido nunca, por los bocatas de jamón ibérico o por la buena compañía... el caso es que cogimos un coche sucio y prestado (para variar) y nos fuimos el viernes rumbo al Contempopránea. Después de un par de pérdidas en rotondas en obras de Cáceres, una ruta por carreteras comarcales poco señalizadas y la promesa de pedir un GPS en las próximas Navidades, llegamos a nuestro destino: Alburquerque. Unas cuantas llamadas consiguieron que contactáramos con una amable señora que pensábamos que se llamaba Lorenza y resultó ser Loli. Con el correspondiente regateo, nos alquiló el bajo de su casa a un precio por el que no nos sentimos del todo estafadas, a pesar de contarnos para ver si no éramos más de las que decíamos ser. El año que viene me quedo en el Hotel Machaco, a ver si me cruzo con los enchufados del festival. Por la tarde se completó el grupo. En total cinco (con rima y todo): Trilce, Bea GPS, Carmen la pintora, Palíndroma y yo.
El jueves ya habían actuado Klaus and Kinski y Maga. Los sevillanos me llevan esquivando un tiempo; volví a quedarme con las ganas de verlos en directo. El viernes me sorprendió la mejoría de Anni B a quien ya había visto con banda. Ha ganado puntos poniéndole bolitas a las baquetas y con un bajo con pica. Ritmos ligeros y menos pose. Creo que convenció a los que no la conocían ya. Luego fue el turno de Second, que derrocharon energía con un cantante que lucía imposibles pantalones morados. Después de una cena muy ibérica, tocaron los neuyorquinos The pains of being pure at heart. Todas flipamos con la emoción de la pianista y su melena. Además, sus intentos por chapurrear español fueron de lo más divertido. Nos despedimos temprano con La habitación roja, que cumplen 15 años igual que el festival. También me quedé con ganas de bailar un rato con Dorian.
El sábado pasamos la mañana en unas piscinas naturales de La Codosera. Nos alimentamos con pluma ibérica, ensaladas y un exquisito bacalao dorao y disfrutamos del picnic evangélico que se instaló a nuestro lado. Puro personajismo. Por la noche, mi sorpresa positiva fueron Tachenko, a los que escuchaba por primera vez y que conquistaron al público por su simpatía. Los Planetas tocaron lo que les apeteció y no convencieron hasta la segunda parte. Fueron seis o siete temas de quejíos y canción popular de los dos últimos discos hasta que se arrancaron con algo más cantable. Tocaron casi todas las que me gustan, pero no gané mi apuesta sobre con cuál empezarían. Perdimos a dos groupies por el camino. Y volvimos a cerrar pronto con Love of lesbian. No voy a negar que tienen un buen directo pero sería más feliz si no los hubiera visto nunca. Con el disco me bastaba. La camiseta de John Boy, el baile y el champán, la imitación de Liam Gallagher. Me sobró todo. Y más a los que ya los conocían de antes, que eran casi todos. Me han quitado las ganas de ir al Ecopop. Creo que voy a esperar al año que viene para volver al Contempopránea... o quizá vaya al Lemon Pop o al Disparate Pop. ¿Cuál me recomendáis?
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